“… torturar es todo acto
mediante el cual se inflige dolor o sufrimiento intenso, físico o mental, y por
instigación de un funcionario publico, a una persona con el fin de obtener de
ella o de una tercera una información o confesión, a fin de castigarla, o bien
de intimidarla, directamente o a través
de otras personas. No incluye dolor o sufrimiento proveniente, inherente
o propio de las sanciones legitimas si se ajustan a las Reglas Mínimas Legales
para el Tratamiento de Presos” (art.1
de la Declaración contra la Tortura adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 09 de diciembre de 1975).
Actualmente se tiende a pensar que la tortura quedo en el
pasado, que hoy en día ya no se lleva a cavo ésta practica por el simple hecho
de que se encuentra prohibida por la legislación de los Estados, el Derecho Internacional
y por las Organizaciones Internacionales. Sin embargo no es así, a pesar los
acuerdos internacionales y no obstante
que los Estados nieguen su implementación, la tortura sigue estando
presente y se seguirá practicando diariamente en cualquier parte del mundo,
siendo victimas cualquier persona, sin importar la raza, edad, sexo, profesión,
religión o clase social.
La
tortura tiene sus antecedentes entre los antiguos griegos, donde solo
torturaban a los extranjeros y a los de raza negra, ya que creían que no tenían
honor ni dignidad. En la antigua Roma, los dueños de los esclavos tenían el
derecho ilimitado de torturarlos si tenían la sospecha de que hubiesen cometido
algún delito en contra de sus propiedades. En el caso de los hombres libres
(blancos) originariamente exentos de las torturas pasaron también a ser objeto
de ellas. En la Edad Media los juicios se llevaban a cavo cara a cara y en
presencia de un tercero, denominado juez, donde la carga de la prueba era por
parte del acusador y si no tenía las
pruebas suficientes podía solicitar al juez que se le torturara al acusado.
En
la actualidad los gobiernos tratan de justificar el uso de la tortura diciendo
que lo hacen para proteger a la población de ataques violentos, ya que tienen
el deber constitucional de hacerlo. Tal es el caso del terrorismo, donde el
gobierno se permite aplicar la tortura dada la
alta peligrosidad para la seguridad nacional.
La
tortura ha sido muchas veces parte de la táctica de seguridad de un gobierno,
la utilizan para conseguir información o una confesión, para castigar, para
intimidar y para atormentar a las victimas o a sus familias.
Ninguno
los argumentos habidos y por haber justifican la tortura, ya que es indiscutible que a través del dolor provocado,
por cualquiera de las técnicas utilizadas, se puede arrancar una confesión o
testimonio fingido para evitar seguir siendo torturado. “La tortura como hecho moralmente reprobable, definiéndola como una pena
infligida a una persona, no para descubrir si es culpable o no, sino porque si
ignora si es inocente, olvidando que frecuentemente el resultado de la tortura
es el falso testimonio de quien no puede soportar el dolor”. (San Agustín
(Civitas Dei XIX,6))
La tortura es inadmisible aun cuando se sospeche que la persona detenida sabe o a
hecho algo, el interrogatorio tortuoso no es fiable como técnica para obtener
información ya que la intensa presión puede llevar a los interrogados a dar
testimonios falsos.
Al
utilizar la tortura como método de para obtener una declaración se esta dañando
el sistema de justicia penal ya que se demuestra que no se es lo
suficientemente hábil y que no cuenta con la preparación adecuada para llevar a
cavo el trabajo conforme a las bases estipuladas.
La
prohibición legislativa de la tortura no es suficiente para terminar con esta práctica,
es necesario tomar medidas inmediatas y eficaces para hacer que la tortura,
acto inhumano que ofende y degrada a la persona, sea erradicada totalmente.
“La postura del derecho
internacional está clara. No hay nada que justifique la tortura y los malos
tratos. Del mismo modo que condenamos los atentados terroristas contra civiles
en los términos más enérgicos, debemos oponernos a las afirmaciones de los
gobiernos que alegan que el terrorismo puede combatirse con la tortura. Esas
afirmaciones son engañosas, peligrosas y sencillamente erróneas: no se puede
apagar un fuego con gasolina"
Irene Khan, Secretaria General de Amnistía Internacional (mayo 2006).
Irene Khan, Secretaria General de Amnistía Internacional (mayo 2006).
LIC. Sandra Sulamita Solís
Robles
UAD
Campus Zacatecas
Maestría
en Ciencias Forenses y Victimología
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